Melódicos, después de todo

Luego de un cuarto de siglo y tras las sucesivas vicisitudes que atravesó el grupo, Los Nocheros han promovido una reversión de “Entre la tierra y el cielo”, en la que tienen como invitados a MYA y Emanero, como un intento de refrescar la vigencia de esa pieza emblemática de su carrera.

Cultura 04 de junio de 2024 J.C. Maraddón J.C. Maraddón
ilustra los nocheros

J.C. Maraddón

Aunque asimilados en un principio a la movida que se denominó “folklore joven”, Los Nocheros en realidad adherían a la tradición de las formaciones salteñas históricas, como Los Chalchaleros o Los Fronterizos, con cuidados arreglos vocales y un repertorio de estilos típicos del norte argentino. Sin embargo, muy pronto se produjo una palpable inclinación hacia la balada, como herederos de aquella camada de folkloristas de voces románticas que se dio a conocer en los años setenta, con los cantantes Aldo Monges y Carlos Torres Vila, y el grupo Los de Siempre en carácter de abanderados, y con un éxito rotundo a nivel masivo.

Muchas de las letras de esos temas estaban escritas por Noemí Cristina Laspiur, más conocida como La Moro, la esposa de Mario Teruel que falleció el año pasado. Pero en el repertorio del grupo, que hace 30 años era distinguido con el premio Consagración en el Festival de Cosquín, también aparecían piezas de la autoría de “Yuyo” Montes, otro compositor oriundo de Salta que terminó proveyendo de obras no sólo a Los Nocheros, sino también al Chaqueño Palavecino, Tamara Castro, Luciano Pereyra y Facundo Toro, todos ellos nombres que brillaron en aquella renovación del cancionero nativo de los años noventa.

En 1998, el cuarteto conformado por los hermanos Mario y Kike Teruel junto a Rubén Ehizaguirre y Jorge Rojas se encontraba en el apogeo de su fama, que a partir de ese estilo cercano a la música melódica los extrajo del gueto del folklore para depositarlos en las alturas de una masividad absoluta. Su puesta en escena acompañó esos cambios y en las presentaciones en vivo incorporaban elementos visuales poco frecuentes en el género, además de la integración de otros músicos que los dotaron de un caudal sonoro que iba mucho más allá de la ortodoxia folklórica.

Fue en ese mismo año que salió a la venta su disco más recordado, “Signos”, donde se asoman algunos de los temas que la gente transformó en clásicos de modo inmediato y que coronaron una etapa en la que parecía no quedarles ninguna meta por conquistar. Para ese álbum, apelaron a composiciones de otros dos autores que eran verdaderas celebridades de la veta romántica: Daniel Altamirano, que había sido la voz cantante de Los De Siempre, y el Paz Martínez, quien tras haberse iniciado en la canción criolla, había traspasado los rótulos al aportarle sus composiciones a Valeria Lynch.

Precisamente de él es “Entre la tierra y el cielo”, ese tema de enorme suceso que con el verso “voy a comerte el corazón a besos” llevó las cosas al extremo y, a la par de cosechar la adhesión incombustible de las fanáticas, se acreditó críticas feroces por parte de los más puristas. Con el sello palpable del Paz Martínez, ese hit de Los Nocheros puede que haya señalado el pico de mayor popularidad de esa avanzada folklórica que no implicó demasiadas novedades estilísticas, más que un barniz de recursos provenientes de otras musicalidades, que surtieron efecto en la faz comercial.

Más de un cuarto de siglo después, y luego de las sucesivas vicisitudes que tuvo que atravesar el grupo, Los Nocheros han promovido una reversión de “Entre la tierra y el cielo”, en la que tienen como invitados a MYA y Emanero, como un intento de refrescar la vigencia de esa pieza emblemática de su carrera. Sin embargo, más allá de la sumatoria de artistas de la nueva generación, el tratamiento que se le da a la canción no dista mucho de la grabación original, reafirmando que el fuerte del ahora terceto es la raíz melódica, sin ambages de ningún tipo.

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