La batalla ganada por Suecia

J.C. Maraddón

Una de las escenas de mayor impacto en el largometraje “Napoleón” de Ridley Scott, que fuera estrenado a fines del año pasado, corresponde a la reconstrucción de la batalla de Waterloo, en la que se produce la debacle que conduce al final del reinado del emperador francés. En este paraje de Bélgica, el 18 de junio de 1815, un ejército conformado por fuerzas correspondientes a los actuales Inglaterra, Países Bajos y Alemania, dirigidas por el duque de Wellington, le impuso una derrota elocuente a las tropas napoleónicas, cuya rendición implicó el fin de una era y la condena al confinamiento en la isla de Santa Elena para el audaz general.

Quizás por haber señalado ese epílogo catastrófico, Waterloo ha quedado en la historia como sinónimo de la caída de un hombre que se consideraba todopoderoso, y al que su desmesurada ambición llevó a postularse como continuador de la estirpe de los grandes líderes grecorromanos. En el filme protagonizado por Joaquin Phoenix se escenifica la magnitud de ese combate en el que cientos de miles de soldados se enfrentaron como corolario del desequilibrio de poder producido a partir de la Revolución Francesa, que iba a desembocar en una restauración monárquica.

A la hora de componer la canción llamada “Waterloo”, en las postrimerías del año 1973, la dupla autoral de ABBA que reunía a los dos integrantes masculinos del cuarteto, el pianista Benny Andersson y el guitarrista Björn Ulvaeus, solo pensaba en ganar el concurso de Eurovision del siguiente año. En la edición previa, el grupo sueco en el que cantaban Agnetha Fältskog y Anni-Frid Lyngstad no había superado la instancia preliminar del certamen, donde se había presentado con el tema  “Ring Ring”, que finalmente acabaría siendo el primer single de su álbum debut y que terminaría dándole el título a ese disco.

La elección de la pieza con la que intentarían tomarse revancha no fue fácil: como solía ocurrir, le encargaron letras a su manager, Stig Anderson, que como estaba de vacaciones en las Islas Canarias escribió unas estrofas bajo el título en español de “Hasta mañana”. Pero como a esas líricas solo podía cantarlas Agnetha, decidieron que concursarían con otra canción interpretada por las dos vocalistas a dúo. Así fue como resultó seleccionada “Waterloo”, en la que Anderson asociaba caprichosamente el revés de Napoleón con la entrega de una chica que se rendía ante la llegada del amor.

En abril de 1974 en el domo de Brighton, en Gran Bretaña, se llevó a cabo la velada definitoria de la competencia de Eurovision de ese año, de cuya televisación se hizo cargo la BBC, en una ceremonia que fue conducida por la actriz y animadora de TV Katie Boyle. Había 18 artistas de otros tantos países anotados en esa carrera, en la que participaron figuras internacionales como la italiana Gigliola Cinquetti, con el tema “Sí”, el español Peret, con "Canta y sé feliz" y la luego archifamosa Olivia Newton-John, que en esa ocasión representaba al Reino Unido con "Long Live Love".

Después de casi dos horas de show y tras las actuaciones de todos los postulantes, el jurado determinó que la ganadora era “Waterloo”, de ABBA, en lo que constituía la primera vez que Suecia triunfaba en Eurovision. A cincuenta años de esa victoria, el grupo escandinavo ya es una leyenda viviente de la música pop mundial y, a manera de homenaje, se colocó una placa recordatoria en Brighton, la locación donde transcurrió esa “batalla”. Un coro londinense se encargó de entonar una versión vocal de “Waterloo”, ante una emocionada audiencia de fans de distintos lugares del planeta que se reunieron para el evento.