Debate, redes y mensajes

Pasado el encuentro del domingo los candidatos deben hacer un balance sobre qué hicieron con su tiempo y cómo le llegaron a la gente.

Nacional 03 de octubre de 2023 Redacción Alfil Redacción Alfil
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Por Javier Boher

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El debate es una experiencia personal, algo se se recibe o se siente en la piel. No importa cuánto haya ensayado un candidato ni lo bien que maneje un tema, elegimos el que nos gusta por razones que muy bien no entendemos y luego lo justificamos a partir de lo que vemos en la tele.

El debate presidencial del domingo tuvo mucho de eso. Cada uno será libre de hacer sus propias interpretaciones, que tienen que ver con eso que sentimos frente a cada expositor, por eso es imposible decir que tal o cual candidato ganó la contienda. Sí podemos decir si alguno se comportó de acuerdo a las expectativas o si, por el contrario, hizo algo diferente. No me voy a detener puntualmente en ningún candidato, ni pretendo hacer un análisis sesudo sobre gestos, movimientos, pausas o chicanas.

Tuve la suerte de escuchar una parte por radio y ver otra por la tele: la percepción es completamente distinta en uno u otro medio. Ni hablar de las ediciones posteriores para redes sociales: la mitad de mis alumnos siguió el debate en vivo, pero la otra mitad lo hizo con los recortes que compartieron distintos usuarios en las redes. Al final se comprueba, otra vez, aquello de que “el medio es el mensaje”, como dijo McLuhan. Hay, más allá de los intercambios, algunos datos que no hay que perder de vista. En primer lugar, que la audiencia del debate fue altísima, de 44 puntos de rating, incluso sabiendo que se compitió con la fecha de clásicos del fútbol. Otro dato importante es el de las búsquedas en Google. Aunque River y Boca le ganaron por mucho al debate, la búsqueda de este término superó ampliamente a la de los candidatos particulares, una señal del interés que despertó el encuentro.

Schiaretti fue más buscado que el resto, pero no pudo ganarle a Insaurralde, que se llevó todo el tráfico político desde el sábado. Esto de las búsquedas por internet es toda una muestra del espacio en el que hay que pescar los votos. A poco de haber finalizado el debate se viralizó una lista con las preguntas más frecuentes en cada bloque, muy alejadas de lo que imaginan quienes leen estas páginas o se interesan en la política desde la mesa de un bar o desde Twitter. Quizás ahí es donde fallan todos, hablando para los que saben y no para los que se asoman cuando hay que votar.

Perón decía que hay que saber hablarle a cada uno en cada momento, pero si hay que hablarle a todos juntos hay que hacerlo bajando la dificultad a la capacidad de comprensión del de más abajo. No es santo de mi devoción, pero el hecho de que lo haya sido para tanta gente quiere decir que al menos en eso sabía lo que hacía. Entre las preguntas que se hizo la gente hubo algunas bastante técnicas, como qué son las leliq, qué es un voucher, qué es el PBI o qué es el déficit fiscal. Hubo otras que implican algún conocimiento más o menos amplio de la política, como las preguntas sobre qué fueron los Montoneros, quién es Barrionuevo, qué fueron las AFJP o qué dijo Milei sobre el Papa.

Hay algunas mucho más graves, como qué es la democracia, cuándo asumió Massa como ministro, qué son los derechos humanos o cuándo se vota a presidente en Argentina. Eso se refiere directamente a nuestra realidad más concreta, a lo que hemos vivido en el último tiempo o a lo que deberíamos saber de memoria. Habla de las fallas de un sistema que sigue expulsando gente y que hace de la política una actividad cada vez más alejada de la gente común y corriente. Es difícil pensar que un debate puede producir ganadores o perdedores claros si los que lo están mirando ni siquiera saben a qué está jugando. De nuevo, serán las percepciones sobre el más lindo, fluido o seguro, pero sin sustancia real.

Muchos de los que vieron el debate -y se hicieron esas y otras preguntas elementales- son como los que aprovechan para ver rugby ahora que se juega el mundial, pero sin siquiera entender que la pelota se pasa para atrás o que el try vale 5 puntos. Miran el espectáculo sin saber efectivamente de qué se trata, pero opinando a partir de lo que creen estar viendo.

Como balance general, el debate nos mostró la brecha abismal que hay entre la discusión política y lo que consume y entiende la gente. No tuvo la cuota de show televisivo, sino una sobriedad más propia de una sociedad protestante que del quilombo latino que vemos en cada calle en nuestro día a día. Afortunadamente los memes estuvieron en un nivel altísimo, muy por encima de lo que venían mostrando, tal como acotó un amigo en un grupo de whatsapp.

Para la semana que viene tendrán tiempo de repasar sus errores, pensar en qué mensajes quieren que se lleve el electorado y cómo van a hacerlo. Yo les diría que bajen la vara, suban el tono y nos den una buena pelea en el barro, a ver si cuando termina el encuentro tenemos más para hablar de lo que pasó en la tele que de lo que pasó en las redes.

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