Para los libertarios, fue una “reacción de la corporación política”

Por Felipe Osman

El cimbronazo que provocó la caída de la Ley Ómnibus en el Congreso llegó hasta Córdoba -tal vez, especialmente a Córdoba-, una de los distritos principalmente aludidos en la vuelta a foja cero del proyecto.

Categóricos, aunque más templados que sus pares nacionales, que hablaron abiertamente de “traición” de los gobernadores, los libertarios cordobeses ven detrás del fracaso del proyecto una clara “reacción de la corporación política”, en palabras del legislador de LLA, Agustín Spaccesi.

Lamentan la caída de la ley, pero centralmente porque entienden que esta circunstancia no condicionará el ajuste, sólo lo hará menos ordenado.

El compromiso de déficit 0, entienden, es innegociable, y sin la ley las provincias pagaran buena parte de los costos, porque se cortarán de plano las transferencias discrecionales del Tesoro Nacional, que en la práctica representan recursos indispensables para buena parte de los gobiernos provinciales, cuyos números no cierran sumando la recaudación propia y los fondos coparticipables. Habrá consecuencias.

“Con o sin la ley, las herramientas van a estar”, resaltan otros jugadores del espectro libertario con diálogo en Buenos Aires, aunque destacan que hubiera sido mejor mostrarle al mundo que la oposición estaba “dispuesta a apoyar el cambio”. Era -entienden- un mejor mensaje para quienes empiezan a ver en Argentina un lugar en el cual invertir.

Ahora bien, más allá de estas consideraciones generales, en las que todo el arco libertario está de acuerdo, conviven dos posturas, dos posicionamientos tras el fracaso de la Ley Ómnibus en el Congreso.

A un lado, están quienes quieren creer y convencer de que se trató de una suerte de jugada maquiavélica de Milei. Un nuevo movimiento del presidente para “exponer a la casta” ante la sociedad. Casi como si la campaña no hubiera terminado aún, o como si el primer trance de La Libertad Avanza en el Congreso fuera apenas el primer capítulo de una “batalla cultural” que prima, en el interés de Milei, incluso por encima de la gestión del Estado.

Sería, de ser cierta, una suerte de estrategia de comunicación híper agresiva. Y, de ser falsa, apenas una huída hacia adelante.

Otros, por el contrario, entienden que el naufragio de la Ley Ómnibus fue un duro revés para el “León”, que no habría recibido nada bien la noticia en la madrugada israelí.

Esta postura luce más realista. Las palabras de Miguel Ángel Pichetto, presidente del bloque dialoguista Hacemos Coalición Federal, recordándole al presidente de la Cámara, Martín Menem, que “hay que ganar” son un indicio claro de que hubo mala praxis política en el oficialismo, no sólo porque terminó sorprendiéndose de que la aprobación en general cayera con la vuelta a Comisión que el mismo oficialismo propuso (artículo 155 del reglamento de la Cámara), sino porque ni siquiera hubo poroteo en la sesión del martes.

Con 144 diputados respaldando la aprobación en general, pero más de ellos 50 haciéndolo en disidencia, ir al recinto descontando el apoyo mayoritario fue de una impericia total.

También lo fue retirar el paquete fiscal, y pensar que los gobernadores aceptarían mansamente quedar bajo el pulgar de la Casa Rosada.