Provincial Por: Yanina Soria27 de marzo de 2024

Con números récord, el dengue obliga a Llaryora a reconfigurar agenda

Guardias de hospitales y clínicas siguen colapsadas y el sistema provincial, estresado. La Provincia le implora a los cordobeses con síntomas leves asistir a centros de atención primaria de salud. El rebote político en el Panal.

Por Yanina Soria

Cuando la situación epidemiológica por el brote de dengue en todo el país muestra los peores registros de los últimos tiempos, el gobierno del presidente Javier Milei da recién una primera y tibia señal de haberse espabilado.  

La administración libertaria, a través de la cartera sanitaria que conduce Mario Russo, decidió convocar por primera vez esta semana a los ministros de las 24 jurisdicciones para conocer la situación de cada provincia y acordar acciones conjuntas. 

Sin embargo, pese a la complejidad que devuelve el mapa nacional prácticamente sin un rincón libre de dengue, la Nación no considera necesaria todavía declarar la emergencia sanitaria por la reacción oficial sabe a poco.  

Y los números son contundentes: 106 muertos y 19 de los 24 distritos del país con casos autóctonos. 

Aún así, hasta hace algunas horas el vocero presidencial, Manuel Adorni, defendió la (no) estrategia del gobierno, insistió en que la vacuna hoy no es efectiva y dijo que, en todo caso, la clave es la prevención. 

De algún modo, la ausencia de una política sanitaria central sin campañas fuertes de información ni recursos específicos destinados a la epidemia, hizo que las provincias desarrollen de la manera que crean conveniente su propio plan de acción. 

Lo cierto es que los casos de contagios escalan a diario y los números ubican a Córdoba en la zona roja; pues la Región Centro es la más afectada por el brote de dengue, según los registros del Ministerio de Salud. 

Pese a los esfuerzos que dicen venir haciendo desde la Provincia de Córdoba desde diciembre pasado para alertar a los cordobeses sobre la necesidad de prevenir el mosquito, la realidad devuelve hoy  guardias de hospitales y clínicas colapsadas y un sistema de salud estresado con imágenes que retrotraen a la pandemia. 

El tema se coló al tope de la agenda política del Panal que mira con preocupación la evolución de la situación  y reconfigura la agenda del gobernador Martin Llaryora con este asunto como prioritario. 

La semana pasada, el ministerio de Salud provincial a cargo de Ricardo Pieckenstainer, anunció un nuevo protocolo para reorganizar la demanda y descomprimir los nosocomios con el propósito, justamente, de reducir los riesgos asociados a formas graves de la enfermedad y la mortalidad.

Junto a funcionarios de la Municipalidad de Córdoba, el ministro explicó que el protocolo  establece un sistema de triage para todos los establecimientos de salud que permite el diagnóstico clínico temprano y el reconocimiento de signos de alarma de dengue para una rápida clasificación de los pacientes. En ese sentido, pidió a la población con síntomas leves no asistir a los hospitales y sí hacerlo, en cambio, a los centros de atención primaria de la salud. La Municipalidad de Córdoba reforzó ayer con listado de los 100 centros de salud de la ciudad que se encuentran preparados para la admisión de pacientes con esta enfermedad por la mañana.

Sin embargo, los nosocomios siguen abarrotados y la situación es cada vez más delicada, mientras se espera un pico de contagios para Semana Santa. A eso, se le suma las dificultades para conseguir productos repelentes mientras prosperan las recetas caseras frente a la desesperación de los vecinos. 

La epidemia en Córdoba es un problema que golpea políticamente al gobernador Llaryora porque si bien en muchas de las acciones preventivas de la lucha contra el vector (descacharreo, los cuerpos cubiertos, uso de repelentes) la participación ciudadana es clave y fundamental, para que eso suceda, irremediablemente son necesarias las campañas de información y difusión. El ministro dijo que se vienen haciendo desde hace meses pero, los datos de la realidad, muestran a las claras que algo falló en la comunicación preventiva o, tal vez, que no fue suficiente. 

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