Para tender el final a esta serie de notas sobre la figura de un dandy, y un tipo bien argento de cuna cordobesa, se incluyen algunos nombres más de la “galaxia Payo”, y las últimas hojas del almanaque de su vida.
Caras y caretas cordobesas
Los archivos brindan en antiguos papeles la posibilidad de aproximarse a determinados hechos históricos que marcaron el curso de la política argentina. Es el caso de documentos de época referidos a la trayectoria de Facundo Quiroga y al bárbaro crimen perpetrado en Barranca Yaco.
Cultura19 de agosto de 2024Víctor RamésPor Víctor Ramés
Trayecto de una galera hacia la muerte (Primera parte)
El general Juan Facundo Quiroga ni se enteró del tarascón que le erró la muerte, que lo andaba buscando, el día 26 de diciembre de 1834 cuando viajaba de Buenos aires a Santiago del Estero como representante del gobierno de Buenos Aires a pacificar una posible guerra civil entre Tucumán y Salta. En esa ocasión, la galera que lo transportaba pasó por el monte de San Pedro, en Córdoba, minutos antes de que una partida enviada por los hermanos Reinafé llegase al lugar para poner fin a su vida.
Los hermanos Reinafé debieron entonces cambiar sus planes para asesinarlo cuando el caudillo riojano volviese por el mismo camino, lo que tuvo lugar a mediados de febrero de 1835. El teatro de esa masacre fue un paraje entre las villas de Tulumba y Sinsacate, llamado Barranca-Yaco, donde una partida de varios hombres comandados por el oficial de milicias Santos Pérez, soldado de la Villa de Tulumba y hombre de confianza de los hermanos Reinafé, se emboscó a la espera del paso de la galera que conducía al general Juan Facundo Quiroga, a su secretario el Coronel Mayor Dr. José Santos Ortiz, y otras nueve personas que acompañaban el regreso de Facundo desde Santiago del Estero.
Un antiguo documento hallado por el dibujante y pintor Francisco Fortuny a comienzos del siglo XX, fue compartido por el artista en una nota de Caras y Caretas del 4 de julio de 1914, con texto introductorio firmado por él mismo. Se trataba de un mapa cuya fecha se desconoce, donde constaban los diversos puntos que unió el trayecto de la galera de Facundo Quiroga en su viaje de Buenos Aires a Santiago del Estero, y las escalas de su regreso de la Madre de Ciudades, con una cruz marcada en Barranca Yaco, donde lo esperaron emboscados los sicarios pagados por los hermanos Reinafé.
Francisco Fortuny, nacido en Cataluña en enero de 1864, había estudiado dibujo y pintura en la Real Academia de San Fernando de Madrid con Antonio Ferrán. A los 23 años se trasladó a Buenos Aires, ciudad donde residiría hasta su muerte en 1942. Casi de inmediato consiguió trabajo como dibujante en la revista Caras y Caretas y en otras publicaciones de la época, y también ilustró textos propios. La importancia de su labor iconográfica ha sido reconocida en tanto impulsora del nacionalismo argentino a lo largo de décadas, desarrollando a la vez una concepción moderna de la ilustración.
Para empezar, se comparte a continuación aquel texto -y aquella ilustración- que el artista catalán brindó a los lectores del semanario porteño en la segunda década del siglo veinte, donde Fortuny narra en primer lugar cómo llegó a sus manos el documento referido. Luego leeremos otra fuente de la época del asesinato de Quiroga.
“La ruta del general Quiroga
Hace pocos años, al comprar, un amigo mío, un negocio de Almacén, instalado en una casa colonial de la calle Méjico, fueron hallados en un altillo, entre un montón de viejos cachivaches, una tela al óleo de mucho mérito artístico y libros diversos de gran valor geográfico y de historia argentina.
La tela estaba rajada en varias partes, y no escasearon los esfuerzos para salvar de la destrucción el lienzo, que era nada menos que una reproducción fiel de la sagrada familia, conocida por «La Perla», de Rafael.
Entre los libros había uno que conservaba la encuadernación en pergamino, con sus tiras de cuero, como signo de su antigua procedencia.
El dueño del comercio, no considerando de ninguna utilidad el revoltijo de trastos viejos, había ordenado amontonarlos en medio del patio y proceder con ellos a un auto de Fe. Pero un pequeño examen hecho reveló el contenido de verdaderas obras literarias, escritas por sabios unas, y otras eran recopilaciones de fechas y documentos de épocas agitadas de nuestra naciente nacionalidad.
Sin duda se trataba de un lote dejado al almacén en pago de alguna deuda atrasada por una familia acomodada.
Adquirí por poco dinero todos aquellos cachivaches, con gran sorpresa de su dueño, y una vez en mi poder efectué detenidas revisiones, que me revelaron la importancia de los apolillados tomos y la belleza artística del óleo.
En una de esas revisiones apareció un mapa donde estaba expresada con todos sus detalles la ruta que siguió el general Quiroga, en su viaje a Santiago del Estero.
He aquí un misterio aclarado, me dije; pues hasta ahora los historiadores no han dado una idea exacta del camino que siguió el agigantado caudillo riojano, en su viaje de mediador entre Latorre y Heredia.
Desde su salida de Buenos Aires puede, el lector, leer la exactitud de los nombres de las ciudades, pueblos y postas que atravesó Quiroga para llegar a Atamisqui, donde abandonó el camino para internarse en los bañados de Pitambalá, próximos a Santiago, donde quedó descalabrada la galera en mitad del pantano, después de haber salvado el peligro que corrió de ser asesinado en los montes de San Pedro, por los enviados de Reinafé.
Terminada la misión en Santiago, en la forma poco halagüeña que se conoce, el general emprendió el regreso por la misma ruta que había seguido en su ida. Así llegó a Intiguazi, departamento de Tulumba, donde descansó de las fatigas del viaje.
Pocas horas después, emprende la galera la marcha, y de nuevo atraviesa las postas de divisaderos y Los Talas, para llegar al poblado de Chinsicate o Sinsacate.
Desde este punto a Barranca Yaco, hay una distancia de escasos kilómetros, que la galera salva a paso regular entre laderas de matorral espeso.
Al llegar a la barranca, lugar sombrío de las encrucijadas que bajan de las sierras al llano, apareció la partida de Santos Pérez que detuvo al carruaje.
— ¿Qué es eso? — preguntó Quiroga, sacando la cabeza.
Santos Pérez hace fuego y la bala penetra por el ojo izquierdo del general, que lo derrumba al fondo del carruaje. Los asesinos lo ultimaron a puñaladas.
Los demás acompañantes do Quiroga, todos heridos, fueron arrastrados a unas cuantas varas del sendero y degollados uno por uno.
FRANCISCO FORTUNY.”
Lugares emblemáticos asociados a festivales, anfiteatros, plazas, incluso patios pueden ser fuentes de alegría. Si es verano, mejor bajo la noche.
Las distintas capas del personaje que nos retiene en esta serie se descubren a través de citas que lo retratan, lo sitúan, lo explican y también lo revelan. Nos enseñan el cénit de noches desveladas de champán en el circuito de “notables” y bohemios.
Festivales grandes y pequeños traman una oferta musical en diversos destinos vacacionales de Córdoba, este fin de semana. Hoy sobresale Jesús María y mañana, en la capital, se afianza el festival internacional Bum Bum.
Una obra artística se inicia en una muestra de La Casona Municipal, con Fer Vélez a cargo. Allá en Jesús María, en el Anfiteatro José Hernández, ya resuenan voces anticipando la doma y el folklore.
A partir de la entrevista publicada por el semanario de nuestra referencia, y otras fuentes, se pueden seguir conociendo las facetas del “Payo”, un personaje cordobés en Buenos Aires y en París, rodeado de anécdotas y leyendas.
“La Uni está de vacaciones”
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