Se cumplen treinta años de una de esas fechas memorables de la historia cultural cordobesa, cuando King Crimson, banda ilustre del rock internacional, se presentó por única vez en la Sala de las Américas del Pabellón Argentina, en un espectáculo organizado por el Perro Emaides.
Escenas de un tiempo irreal
El filme “Disco, Ibiza, Locomía”, reciente estreno de Netflix, desarrolla la historia del grupo español desde la perspectiva de una ulterior mediación judicial entre sus integrantes y el mánager José Luis Gil, luego de que diversas desavenencias separasen los intereses de ambas partes.
Cultura24 de septiembre de 2024J.C. MaraddónJ.C. Maraddón
Así como el estofado del punk se cocinó por mitades en el club CBGB de Nueva York y en la tienda de ropa Sex de Londres, gran parte de lo que iba a ser luego la oleada electrónica que explotaría sobre el fin de siglo tuvo su punto de partida en la Ibiza de la segunda mitad de los ochenta. Hacia allí confluyeron los deejays que pinchaban la música house gestada en las discotecas de Chicago y que en las fiestas desbordadas de drogas de diseño de esas playas de las Baleares sembraron la semilla de un sonido diferente destinado a copar las pistas de baile.
Al igual que ocurría en el apogeo de la punkitud, también aquí regía la consigna de que todos pueden tocar y cantar, porque sólo se requiere poseer el coraje para hacerlo. Por eso triunfaban los DJs que apenas necesitaban una bandeja y una consola para hacer las delicias del público, como representantes de una rama musical que era bastardeada por quienes no consideraban que eso fuera arte. Las luces, el vestuario y las coreografías completaban esa innovación dentro del concepto de espectáculo que iba a regir de allí en adelante los destinos del negocio del entretenimiento.
España venía de atravesar su transición democrática y de glorificar una movida cultural en la que el componente queer tuvo mucha visibilidad, por lo que en la floreciente escena de Ibiza no iba a faltar el ingrediente local que tiñera de un matiz diferente esa onda expansiva en la que mucho de lo sucedido era protagonizado por turistas. Hacia 1987, un colectivo diverso que encontraba su fuerte en la danza y en el diseño de ropajes estrafalarios, se hizo notar desde una vieja casona y empezó a insertarse en espacios exclusivos, como la disco Ku, que era el punto neurálgico durante las madrugadas.
Ese es el inicio del breve pero significativo periplo de Locomía, un grupo pintoresco que se caracterizaba por sus abanicos, su ambigüedad y lo barroco de su vestimenta. Si bien al principio se dedicaban solamente a desfilar y bailar, muy pronto cayeron en manos de un productor que vislumbró un futuro para ellos dentro de la industria discográfica, aprovechando la osadía de su propuesta y el auge de las bases electrónicas y los samplers, sobre los cuales muchos hacían playback para presentarse en vivo sin saber cantar ni tener ninguna dote para dedicarse a la música.
La película “Disco, Ibiza, Locomía”, reciente estreno de Netflix, desarrolla la historia de esta formación desde la perspectiva de una ulterior instancia de mediación judicial entre los miembros del grupo y el mánager José Luis Gil (interpretado por el cordobés Alberto Ammann), luego de que diversas desavenencias separasen los intereses de ambas partes en 1993. Con un argumento de ficción que hasta se permite introducir un personaje que no existió en la vida real, el filme de Kike Maíllo apela con inteligencia a una puesta que coquetea con la comedia músical, género que le sienta muy bien a una biopic sobre una agrupación como Locomía.
Durante los tres o cuatro años que duró su mejor momento, grabaron hits para los que llegó a registrar la voz principal el propio José Luis Gil, a sabiendas que sus protegidos no eran capaces más que de desafinar bastante. Pero eso no fue óbice para que desarrollaran sus capacidades escénicas y conquistaran el mercado internacional, con giras que incluyeron una recordada visita a Córdoba en 1991, para actuar en Keops y realizar una participación en el programa “Telemanías”, donde fueron entrevistados por el Lagarto Guizzardi. “Disco, Ibiza, Locomía” es un repaso de un tiempo que hoy parece tan lejano como irreal.
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