Una vitalidad que no envejece

Hoy se cumplen 30 años del estreno mundial de “Pulp Fiction”, la segunda película de Quentin Tarantino después de “Reservoir Dogs”, que le dio a la carrera del cineasta el espaldarazo necesario para instalarlo entre los más ilustres realizadores cinematográficos de las últimas décadas.

Cultura14 de octubre de 2024J.C. MaraddónJ.C. Maraddón
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J.C. Maraddón

En los años cincuenta, artistas blancos como Bill Haley y Elvis Presley fueron los encargados de popularizar entre los adolescentes estadounidenses ese ritmo de rocanrol que tenía profundas raíces afroamericanas, aunque para adecentarlo se le había impreso un toque de country & western al rhythm & blues primal. Fue otro de los tantos saqueos que se le practicó a la herencia africana, de la que derivaron estilos tan populares como el blues, el jazz y, mucho más recientemente, el hip hop. Siete décadas atrás, sucedía ese traspaso del rock desde los tugurios suburbanos hacia los salones de baile, sin perder la sensualidad alocada de sus movimientos.

Pese a que la discriminación racial todavía distaba mucho de acotarse, hubo sin embargo músicos de color y de origen latino que consiguieron convertirse en referentes del nuevo estilo y se dieron con el gusto de ponerse a la par de los ídolos de tez clara a los que la sociedad comenzaba a tolerar a regañadientes. Fue un paso inicial en la aceptación general para estas figuras que, con el correr de los años, se transformaron en influyentes abanderados de esa novedosa tendencia a la que la juventud adoptaba como propia sin ningún distingo.

Tal vez uno de los nombres de esa camada que mayor inspiración haya provisto a la oleada rockera de los sesenta sea Chuck Berry, ese músico sureño que estaba al borde de la treintena cuando en 1955 grabó el tema “Maybellene”, que a la postre resultó consagratorio. A partir de allí, singles como "Roll Over Beethoven", "Sweet Little Sixteen" y "Johnny B. Goode", entre muchos otros, lo establecieron como un astro del rocanrol y despertaron la admiración de los por entonces jovencísimos futuros miembros de los Beatles y los Rolling Stones, quienes incluyeron composiciones de él en sus primeros álbumes.

En 1959, Chuck Berry fue denunciado por una menor de edad y recibió una condena a prisión que se extendió hasta 1963. A su regreso, el panorama musical había cambiado de raíz: la invasión de bandas británicas había inaugurado una nueva era y el antiguo rocanrol parecía condenado a pasar a cuarteles de invierno. No obstante, Berry se las iba a arreglar para dar batalla y en 1964 empezó a publicar material otra vez, como por ejemplo la canción “You Never Can Tell”, donde a diferencia de piezas anteriores, cuenta una historia de amor que tiene un final feliz.

También conocido como “C’est la vie” o “Teenage Wedding”, en su momento no ocurrió gran cosa con ese tema, aunque tuvo un inesperado resurgimiento cuando en 1994 fue rescatado por Quentin Tarantino para una de las escenas emblemáticas de la película “Pulp Fiction”. Los personajes encarnados por Uma Thurman y John Travolta se involucran en un concurso de baile y practican una coreografía desopilante mientras se escucha de fondo ese tributo que Chuck Berry le rendía a la generación de los adultos, citando un noviazgo juvenil que estaba destinado a perdurar en el tiempo para felicidad de los cónyuges.

Hoy se cumplen 30 años del estreno mundial de ese largometraje que fue el segundo de Tarantino después de “Reservoir Dogs” y que le dio a la carrera del cineasta el espaldarazo necesario para instalarlo entre los más ilustres realizadores cinematográficos de las últimas décadas. La canción de Chuck Berry y las piruetas danzantes de Thurman y Travolta han trascendido incluso más allá de aquel filme, para viralizarse como un fragmento icónico que refleja el talento de Quentin Tarantino en su propósito de plasmar en pocos minutos una idea que llega hasta la actualidad tan vital como lo era hace tres décadas.

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